Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
Einstein, Newton, Pasteur… Los nombres se agolpan rápido en nuestra mente cuando pensamos en los científicos que han dejado su huella en la Historia. La mayoría de los que enumeramos, no obstante, son hombres, y no porque la disciplina tenga género, sino porque ellas lo han tenido más difícil. Con motivo del día del feminismo, reivindicamos el papel de la mujer en la ciencia este 8 de marzo, y te invitamos a repasar con nosotros las victorias conseguidas a pesar de los escollos sociales.
En 1676, el célebre Isaac Newton aprovechó su correspondencia para agradecerle al físico Robert Hooke todo lo que este había aportado a su trabajo. “Si he logrado ver más lejos”, escribió en una carta aquel 15 de febrero, “ha sido porque he subido a hombros de gigantes”.
Posteriormente y en numerosas ocasiones, aquella cita se ha utilizado para describir la dinámica con la que progresan la biología, el álgebra o la aritmética: cada nuevo descubrimiento parte de otro anterior pero los de las mujeres, durante mucho tiempo, se han omitido, o se han atribuido erróneamente a otros investigadores.
Una magnífica ocasión para corregirlo es este 8 de marzo, Día de la Mujer, demostrando que quizá ellas han sido más invisibles, pero no por ello menos activas. Para que lo compruebes con claridad, hemos elaborado una lista con cinco de las figuras más determinantes, pero los nombres se cuentan por decenas así que… ¡sigue investigando!
Difícilmente puede hablarse del papel femenino en la ciencia sin mencionar a Marie Curie. Esta física polaca reinventó la física con el descubrimiento en 1898 del polonio y, un poco más tarde, del radio, que logró aislar.
Curie no solo propició una nueva visión en el área, sino que abrió caminos hasta entonces vedados a las de su sexo: fue la primera mujer en ocupar una cátedra en la Escuela Normal Superior, y pionera en conseguir un Nobel tanto en Física como en Química.
El que crea que la programación es cosa de chicos, es que no conoce a Ada Lovelace. Aunque vivió en el siglo XIX, sus ideas fueron determinantes para el sector computacional y, por ende, para muchas de las aplicaciones informáticas que hoy ayudan a salvar vidas en el entorno sanitario.
Aunque investigó numerosas líneas, fue principalmente responsable del primer algoritmo creado para una máquina. Su idea de que estos equipos podían realizar más funciones que las operaciones de cálculo sembró la semilla de gran parte de la tecnología que conocemos.
Si alguien ha sido especialmente agraviado en la historia de la ciencia, esa ha sido Rosalind Franklin. Las investigaciones de biología molecular que copan los laboratorios serían muy distintas sin su Foto 51, una instantánea del ADN que tomó con la difracción de rayos X en 1951.
Sin embargo, su competencia en el departamento, Maurice Wilkins, se valió de sus avances para sus propias investigaciones. Tanto él como Francis Crick, así como el estadounidense James Watson, recibieron el Nobel por desvelar la estructura del genoma humano en 1953. Franklin falleció a los 37 años sin reconocimientos.
Formuló el teorema que lleva su nombre, fundamental para comprender la teoría de la relatividad y el nexo entre las leyes de conservación y la dinámica de los sistemas. Además, contribuyó enormemente al terreno de la física y del álgebra con investigaciones como la de la teoría de los anillos, y logró ser una de las dos únicas mujeres de su época que estudiaron en la Universidad de Erlangen.
Además de la deuda que existe respecto a su papel en la disciplina, una razón para recordar este 8 de marzo a la mujer en la ciencia es que ha hecho Historia, no lo es. Actualmente, multitud de científicas de distintas partes del mundo han recogido el testigo de las que las precedieron, y protagonizan las principales líneas de investigación que ocupan en este siglo XXI a las mentes más brillantes del área.
Según el informe Científicas en Cifras 2021, del Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación, en los últimos años se aprecia un “aumento paulatino en la presencia de investigadoras”, que ya alcanzan “el 41% del personal” dedicado a esta tarea. Ocupan alrededor del 42% de puestos de vicerrectorado de las universidades, pero solo el 23% son rectoras y directoras de institutos de investigación.
La presencia de la mujer en la ciencia ha mejorado, pero ellas siguen recibiendo menos financiación que sus homólogos masculinos
Otro punto negativo es que reciben menos fondos que sus compañeros masculinos para realizar proyectos de I+D, y que un porcentaje inferior al 13% se ocupa en el sector de la ingeniería y la tecnología. Que menos alumnas se dirijan a esta área es preocupante, ya que se trata de una de las tendencias con más oportunidades de futuro, junto a otras como las vinculadas a la nutrición.
En ocasiones ambas se combinan, como ocurre en los actuales estudios de la investigadora Xiaomei Cong, que trata de mejorar el bienestar de los bebés prematuros analizando cómo se relaciona la microbiota del intestino con su desarrollo cerebral. La agricultura, con la seguridad alimentaria y la lucha contra los efectos del cambio climático de fondo, es otra de las ramas que avanza mediante la unión de áreas de conocimiento diferentes.
La aplicación de la tecnología en los cultivos y la investigación nutricional concentran muchos de los estudios actuales
Nombres como el de la genetista Pamela Ronald, ganadora del Premio Mundial de Agricultura 2020, destacan en este ámbito. Gracias a sus investigaciones sobre el sistema inmunológico de las plantas, ha permitido crear una variedad de arroz resistente a las inundaciones, lo que ha facilitado mucho el trabajo de los agricultores de Asia.
Crear huesos con células madre como Nina Tandon, frenar el envejecimiento como intenta conseguir Cynthia Kenyon o modificar el ADN con técnicas como la de Jennifer Doudna. Realizar todas estas proezas requiere estudios científicos profundos y especializados, y un equipo docente con experiencia como el de CEMP.
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