Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
¿Te interesa el cuidado de la piel? ¿Quieres descubrir el secreto de los productos cosméticos y sus aplicaciones? Entonces también querrás saber qué es la dermofarmacia. ¿Te suena?
En este artículo te vamos a hablar de la dermofarmacia, de los dermocosméticos y del cuidado de la piel. Este es un ámbito en auge, existe una creciente necesidad de profesionales de la dermofarmacia.
Por eso, si crees que esta podría ser tu especialidad, sigue leyendo para hacerte una idea de en qué consiste. Seguro que esta disciplina está hecha para ti. ¡Prepárate para la carrera profesional que siempre has querido!
La piel es nuestro órgano más extenso. Se compone de tres capas: la epidermis, la dermis y la hipodermis. Su principal función es actuar como barrera de protección ante el calor, el frío, los microorganismos, la radiación solar y otros agentes nocivos.
Además de esto, también nos ayuda a mantener el balance hídrico del organismo y es uno de los principales órganos sensoriales. A través de la piel recibimos información de nuestro entorno: tacto, temperatura, presión, dolor, etc.
Por eso, es muy importante que cuidemos la piel de manera adecuada. De todas formas, no resulta sencillo saber qué es lo que nuestra piel necesita en cada momento. Existen diferentes tipos de piel y cada uno de ellos requiere unos cuidados específicos. Además, cada persona puede desarrollar problemas cutáneos concretos que se deben tratar de manera personalizada y siempre bajo las instrucciones de un profesional.
Lo mejor para mantener la piel sana y radiante sin duda es consultar con un especialista que nos pueda asesorar de manera personalizada. No obstante, existen algunas sencillas pautas que podemos seguir para cuidar de nuestra piel.
Algunos de los cuidados básicos de la piel son los siguientes:
Ahora que ya hemos hablado sobre el cuidado básico de la piel, ¿sabes cuál es la diferencia entre un cosmético y un dermocosmético? Aunque puedan parecer sinónimos, lo cierto es que no son lo mismo.
Un producto cosmético es aquel que está pensado para mantener la higiene personal, para cuidar la piel y para mejorar la apariencia, sobre todo la del rostro. Los cosméticos se aplican sobre la piel, las uñas, los dientes, los ojos, etc.
Por su parte, los dermocosméticos están pensados para ofrecer soluciones a problemas concretos de la piel. Este tipo de productos son el punto intermedio entre un cosmético tradicional y un medicamento. Tienen unos altos estándares de calidad y son sometidos a estudios clínicos. Por lo tanto, son más seguros, ofrecen mejores resultados y hay menos posibilidad de desarrollar una reacción alérgica con ellos.
La dermofarmacia es una especialidad de la farmacia que se encarga de todo lo que tenga que ver con los productos dermocosméticos: el estudio, la producción, el asesoramiento sobre sus aplicaciones y cualidades, la comercialización, etc.
La Real Academia Nacional de Medicina define la dermofarmacia de la siguiente manera: “disciplina científica, rama de la farmacia, que se ocupa del estudio y la fabricación de productos para aplicación tópica, tanto terapéuticos como cosméticos.”.
Los productos dermocosméticos se venden en farmacias, es un especialista el que los expende. No es necesario tener una receta médica para adquirir estos productos, pero sí conviene que un experto nos asesore. De ahí que esta especialidad de la farmacia sea necesaria.
La palabra “cosmético” proviene del griego, su significado sería “relativo al adorno”. Por su parte, el prefijo “dermo-” también deriva del griego y significa “piel”. Es decir, la dermocosmética hace referencia al arte de adornar la piel.
Los antiguos griegos ya usaban ciertos productos cosméticos para adornar sus rostros. Del mismo modo, los antiguos egipcios utilizaban sustancias para delinear sus ojos y para resaltar la belleza. No obstante, no son las únicas civilizaciones que empleaban productos para adornar su cuerpo o para tratar su piel.
De todas formas, el concepto de dermocosmético es bastante reciente. Empezó a utilizarse en la década de los años sesenta del siglo XX. Su origen se sitúa en el laboratorio Pierre Fabre. Este centro fue el primero en reivindicar para sus productos las mismas normas de fabricación que se les imponían a otros medicamentos. Además, defendió el uso de sus cosméticos para complementar tratamientos específicos de la piel.
Como ya sabrás, nuestra sociedad cada vez está más concienciada con el cuidado de la piel. El sector de la dermofarmacia no se centra tan solo en la limpieza y la hidratación del rostro, también se encarga de proporcionar soluciones a problemas concretos y de complementar los tratamientos de ciertas enfermedades cutáneas.
Un profesional de la dermofarmacia debe saber ofrecer un asesoramiento dermocosmético personalizado. Para ello, tiene que conocer los distintos tipos de piel y sus principales problemas. También debe saber cuáles son las características de los productos dermocosméticos.
¿Crees que esta podría ser tu especialización ideal? Entonces tienes que apuntarte a un buen Máster en Cosmética y Dermofarmacia. En CEMP queremos que alcances tus metas laborales, por eso, tenemos para ti la formación especializada que necesitas para tu currículum.
Ahora que ya sabes qué es la dermofarmacia, empieza a prepararte para dedicarte a esta especialidad con tanto futuro. ¡Infórmate ahora!
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