Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
En este artículo veremos qué es el dolor neuropático, cuáles son sus síntomas y causas, y cómo podemos abordar este tipo de patologías con una formación adecuada.
Y es que, a pesar de vivir en una sociedad cada vez más familiarizada con el dolor crónico, el dolor neuropático sigue pasando desapercibido.
El dolor neuropático es un tipo de dolor crónico que se origina debido a un daño o mal funcionamiento del sistema nervioso.
Cuando ocurre, se produce una hipersensibilidad hacia estímulos y sensaciones que, transmitidos desde diferentes partes del cuerpo, llegan al cerebro en forma de señales de dolor.
Esto sucede incluso cuando no hay una causa real de dolor.
Como resultado, las personas con dolor neuropático pueden sentir dolor intenso ante estímulos que normalmente no causarían molestia, como un leve roce en la piel.
Este fenómeno recibe el nombre de alodinia, y muchas personas lo sufren con actividades tan cotidianas como vestirse o dormir, algo que merma su calidad de vida.
Por ahora, el dolor neuropático puede paliarse, pero no curarse de manera definitiva.
El dolor neuropático se caracteriza por sensaciones anormales conocidas como disestesias.
Los pacientes suelen describir estas sensaciones como quemantes, eléctricas, punzantes o de hormigueo, y que pueden ser espontáneas (sin razón aparente) o provocadas por estímulos externos.
En función de las características del dolor percibido, suele recibir un nombre diferente:
Además, también puede notarse sensación de frío o calor anormal y dificultad para mover cierta parte del cuerpo en la zona afectada.
Como estas características varían en intensidad y combinación entre los pacientes, el dolor neuropático es una condición compleja de manejar.
Las consecuencias de este tipo de dolor se dejan ver hasta en un 60,4% de las personas que lo padecen, siendo las más comunes:
De aquí la importancia de un diagnóstico temprano y un tratamiento integral del dolor neuropático, que aborde no solo el aspecto físico, sino también el impacto psicológico y social en la vida del paciente.
Para tratar el dolor neuropático es imprescindible identificar en qué parte del sistema nervioso se está originando.
Los síntomas que produce dan algunas pistas de ello y permiten clasificarlo en alguno de estos 3 tipos de dolor neuropático:
El dolor neuropático periférico afecta a los nervios fuera del cerebro y la médula espinal.
Sus manifestaciones son las sensaciones de quemazón, hormigueo o entumecimiento en las extremidades, especialmente en manos y pies.
Este tipo de dolor surge cuando las fibras nerviosas del cerebro o la médula espinal han sufrido daño.
Puede aparecer después de un ictus o en enfermedades como la esclerosis múltiple.
Sus signos son el dolor constante, ardor o sensación de presión en áreas específicas del cuerpo.
Puede aparecer después de un accidente o trauma que haya dañado el sistema nervioso.
Los pacientes pueden experimentar dolor intenso y persistente en el área afectada, junto con alteraciones en la sensibilidad.
Ciertas enfermedades también pueden causar dolor neuropático, como la diabetes, el Parkinson o algunas infecciones.
Los síntomas varían según la enfermedad subyacente, pero los más comunes son el dolor ardiente, las sensaciones de frío o calor anormales y la hipersensibilidad al tacto.
El dolor neuropático puede originarse por diversas condiciones que generan daño nervioso, algunas de ellas ya mencionadas:
El diagnóstico se basa en una combinación de la historia clínica del paciente, un examen físico y pruebas neurológicas específicas.
Y, en función de la causa, el tratamiento del dolor neuropático contemplará el uso de medicamentos antidepresivos, antiepilépticos y, en algunos casos, opioides.
Sin embargo, cada vez más, se opta por un enfoque multifacético que incorpora las terapias no farmacológicas para el manejo del dolor y del estrés que causa la enfermedad.
Algunas de las que han demostrado su eficacia para reducir la discapacidad asociada y la depresión o los trastornos del sueño son la fisioterapia reumatológica, la estimulación eléctrica transcutánea y la radiofrecuencia sobre los nervios.
Sin duda, las necesidades y las demandas de los pacientes con dolor neuropático están claras.
Por eso, cada vez más profesionales sanitarios optan por realizar una formación especializada, como el Máster en Manejo y Tratamiento del Dolor de CEMP.
Su temario incluye módulos que capacitan para tratar el dolor neuropático:
Además, incluye prácticas en empresas y garantiza una doble titulación acreditada por la UCAM (Universidad Católica de Murcia).
En definitiva, ahora que sabes qué es el dolor neuropático y por qué puede ser una condición tan incapacitante, ¿te parece un campo de especialización interesante?
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