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¿Qué es el dolor?

Artículo redactado por el equipo de CEMP

Validado por equipo docente

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En este artículo trataremos de definir exactamente qué es el dolor, además de examinar los distintos tipos de dolor y los parámetros que se suelen utilizar en la práctica clínica para clasificarlos.

Además, veremos algunos de los métodos diagnósticos y de tratamiento o manejo del dolor más empleados por los profesionales sanitarios

¿Qué es el dolor?

El concepto de dolor se ha analizado siempre desde dos polos aparentemente contrapuestos y excluyentes: el físico y el psicológico.

Sin embargo, ya en 1979, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (ISAP son sus siglas en inglés) incluía en su definición de dolor la naturaleza emocional de este.

En 2020, se actualizaba para dar pie a una versión definitiva: «el dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada o similar a la asociada con daño tisular real o potencial».

Por lo tanto, el dolor es una experiencia personal influenciada por factores biológicos, psicológicos y sociales, y que no siempre está directamente relacionada con un daño físico observable.

Además, no se trata de una experiencia estática, sino dinámica, que varía en intensidad y que evoluciona a lo largo de distintas fases.

¿Cuáles son los tipos de dolor que existen según su intensidad?

Conocer los tipos de dolor según su intensidad es imprescindible para seleccionar el enfoque terapéutico adecuado.

En este sentido, la OMS reconoce tres niveles principales de dolor:

  • Dolor leve: es un dolor tolerable que no interfiere con las actividades diarias. En una escala numérica de 0 a 10, correspondería a una puntuación menor de 4. Aunque molesto, no necesariamente debe recibirse tratamiento.
  • Dolor moderado: en la escala numérica, este tipo de dolor se situaría entre 4 y 6. En este nivel, la persona puede trabajar o realizar algunas actividades, pero con mucho esfuerzo. Es necesario tratamiento médico.
  • Dolor intenso: es un dolor severo que impide realizar actividades normales y necesita tratamiento urgente (en algunos casos, con opioides). Corresponde a una puntuación mayor de 6 en la escala numérica y se considera incapacitante.

Atendiendo a las necesidades especiales de las enfermedades oncológicas, se añade un nivel más, el de dolor insoportable. Para este, se requiere hospitalización en unidades especializadas para el manejo del dolor.

Por último, hay que tener en cuenta que la percepción del dolor es subjetiva y puede variar entre individuos.

Este es el motivo por el que, además de la intensidad, los médicos consideran otros factores como la duración, la localización y el impacto en la calidad de vida para determinar el tratamiento más adecuado.

¿Cuáles son las causas más frecuentes del dolor?

Las causas del dolor son diversas y pueden tener su origen tanto en lesiones físicas, como en enfermedades autoinmunes, trastornos neurológicos y enfermedades crónicas.

Las más comunes son las siguientes:

  • Lesiones musculoesqueléticas: esguinces, distensiones musculares y fracturas que pueden derivar en dolor crónico si no se trata en su fase inicial.
  • Enfermedades autoinmunes: las condiciones que suelen provocar dolor son el lupus y la artritis reumatoide, en articulaciones y músculos.
  • Trastornos neurológicos: la neuropatía diabética, la neuralgia del trigémino y el síndrome del túnel carpiano son claros ejemplos de condiciones que causan dolor neuropático.
  • Infecciones: desde la gripe hasta enfermedades más graves como la enfermedad de Lyme o la malaria, hay distintas infecciones que pueden causar dolor generalizado en todo el cuerpo.
  • Estrés y ansiedad: estos síntomas psicológicos pueden manifestarse como dolor físico, especialmente en cuello, hombros y espalda.
  • Enfermedades crónicas: por ejemplo, la fibromialgia, la diabetes, la artritis y el cáncer.
  • Trastornos gastrointestinales: es el caso del síndrome del intestino irritable.

Estas condiciones, junto a otras tan habituales como las migrañas o diversas afecciones de espalda, pueden provocar dolor persistente.

¿Cómo se diagnostica y trata el dolor?

El diagnóstico y tratamiento del dolor son esenciales para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.

Para identificar correctamente su origen y definir el mejor método de curación o manejo, no solo es necesario conocer su origen o sus causas, sino también sus distintas fases:

Las 4 fases del dolor

Antes de expresarse físicamente, el dolor tiene una fase interna de aparición. Primero, la señal del dolor viaja por las fibras nerviosas hasta la médula espinal y, de ahí, asciende hasta el tálamo.

Es desde ese punto cuando se proyecta a varias áreas corticales donde se interpreta como dolor y tiene su expresión física en el cuerpo.

A partir de aquí, empiezan las 4 fases de evolución del dolor físico:

  • Fase aguda: es el inicio del dolor, que suele aparecer inmediatamente después de una lesión o evento traumático. Se caracteriza por ser intenso y localizado, acompañado de inflamación y posible enrojecimiento de la zona afectada.
  • Fase subaguda: en esta etapa, el cuerpo comienza el proceso de reparación. El dolor disminuye gradualmente y se recupera parte de la movilidad. Permite el inicio de la rehabilitación y la recuperación gradual de la función.
  • Fase crónica: si el dolor persiste más allá de 3 meses, se considera crónico. Si no se maneja de forma adecuada, puede causar alteraciones del sueño, ansiedad y depresión.
  • Fase de resolución: el cuerpo ha sanado y el dolor disminuye o desaparece por completo. Puede persistir cierto grado de sensibilidad o debilidad residual, que se trata con ejercicios de mantenimiento para prevenir futuras lesiones.

Cada fase se caracteriza por un dolor más o menos intenso y localizado, por lo que también se requiere un enfoque terapéutico diferente para cada una.

Pruebas diagnósticas

El diagnóstico del dolor puede basarse en una sencilla exploración física, pero también requerir pruebas de imagen o de laboratorio, según la fase de evolución en la que se encuentre.

A menudo, la transición entre fases no siempre es clara y los médicos recurren a una combinación de métodos diagnósticos:

  • Historia clínica detallada: el médico recopila información sobre los síntomas, historial médico, lesiones previas y cirugías.
  • Examen físico completo: para evaluar la ubicación, intensidad y características del dolor.
  • Escalas de evaluación del dolor: con ellas, el paciente marca la intensidad del dolor o la puntúa. También se le puede pedir que lo describa con palabras.
  • Pruebas de imagen: radiografías, resonancias magnéticas, gammagrafías óseas o ecografías.
  • Pruebas de laboratorio: análisis de sangre para medir los principales indicadores de inflamación.

En casos muy concretos, se utilizan pruebas específicas para enfermedades autoinmunes u otras especializadas en distintas partes del cuerpo (como la discografía para la espalda o el cuello, o la mielografía para la columna vertebral).

Con estas pruebas se define el origen y la naturaleza del dolor para elaborar un plan de tratamiento efectivo y lo más personalizado posible.

Tratamientos

El tratamiento del dolor suele ser multidisciplinario y puede incluir:

  • Farmacoterapia: desde analgésicos simples hasta opioides, según la intensidad del dolor.
  • Fisioterapia: técnicas como ejercicios terapéuticos, masajes y terapia manual, propias de la fisioterapia reumatológica.
  • Terapias psicológicas: como la terapia cognitivo-conductual, especialmente útil en casos de dolor crónico.
  • Intervenciones mínimamente invasivas: como inyecciones epidurales o bloqueos nerviosos.
  • Terapias alternativas: acupuntura, yoga o meditación como complemento a otros métodos y según cada caso.

La elección de uno u otro dependerá de varios factores, como el tipo de dolor, su intensidad y la respuesta individual del paciente.

En casos crónicos, los profesionales sanitarios especializados en el manejo de dolor también tienen en cuenta la facilidad con la que el paciente pueda integrar el tratamiento en su día a día.

El objetivo es que pueda mantener su bienestar emocional, a la par que el dolor disminuye o se controla, para que el proceso afecte lo menos posible a su calidad de vida.

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En definitiva, saber que es el dolor y cómo se puede manejar en el ámbito clínico es de vital importancia para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.

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