Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
El cómo se elaboran los cosméticos hoy en día no tiene nada que ver con cómo se hacía antaño: es necesario seguir una determinada normativa e incluir componentes que aseguren la integridad de la fórmula para que sea segura para la piel.
En este artículo te lo explicamos en detalle.
No obstante, antes, debes conocer los pasos previos que se han de tener en cuenta para tener claro el tipo de cosmético que se quiere fabricar, y para quién.
La fabricación de un cosmético empieza en el momento en que se detecta una necesidad de mercado y se analiza si está siendo satisfecha.
Para ello, tendremos que ir más allá y plantearnos las siguientes cuestiones:
El tipo de piel y sus necesidades a cada edad va a ser lo que marque todo lo demás. No es lo mismo una piel grasa que busca fórmulas ligeras y no comedogénicas, que una piel seca que prefiere productos muy nutritivos.
En el primer caso, puede que nos queramos dirigir a un público adolescente; en el segundo, es probable que el target sea más adulto porque busca un cuidado de reducción de arrugas.
Otros tres tipos de pieles a los que se puede dirigir un cosmético son:
Al escoger el tipo de piel al que va dirigido el cosmético, han de tenerse en cuenta sus necesidades específicas para acertar después con los ingredientes.
A necesidades diferentes, principios activos diversos.
Mientras que para las pieles grasas y mixtas se elegirán ingredientes astringentes como el ácido salicílico o la arcilla, para una piel seca un cosmético deberá incluir aceites naturales (aceite de argán, aceite de jojoba) y mantecas (manteca de karité).
Para las pieles normales y las sensibles, en cambio, se buscará calmar e hidratar sin aportar sensación de grasa con ácido hialurónico, ceramidas u otros componentes similares.
Algunos ingredientes actúan mejor en un rango de pH específico. El ácido glicólico, por ejemplo, funciona mejor a un pH ácido (3-4) para exfoliar.
En cambio, el hialurónico necesita un pH neutro para hidratar.
En función de cada piel, necesidad y principio activo deberá definirse la textura del cosmético:
Una vez recopilada toda esta información, se procede al diseño de la fórmula preliminar, que estará formada por:
La base líquida del cosmético, generalmente agua o alcohol, actúa como disolvente para mezclar otros ingredientes y formar una emulsión o una solución, en función del resto de principios activos y excipientes.
Sin ella, sería imposible estabilizar la fórmula.
Son las sustancias que proporcionan beneficios específicos al producto y determinan su eficacia: hidratantes, antioxidantes, antiarrugas, etc.
Por ejemplo, el ácido salicílico para el acné o el retinol para los signos de la edad.
Son ingredientes adicionales que mejoran la textura, la hidratación o la sensación en la piel para elevar la experiencia del usuario con el cosmético.
Algunos proporcionan propiedades al producto, como la glicerina (humectante), o el extracto de manzanilla (calmante). Otros son simplemente espesantes de la fórmula.
Los vehículos distribuyen de forma uniforme todos los ingredientes y los transportan a la piel para que se absorban.
Pueden ser:
La función de estos componentes es mejorar la textura, el olor, la apariencia y la estabilidad del producto para que sea más agradable de utilizar.
En este grupo entran:
Los conservantes, como los parabenos, garantizan la durabilidad y la seguridad de los cosméticos, gracias a que evitan la oxidación y el crecimiento de microorganismos, que podrían alterar la fórmula, de modo que dejase de ser segura para la piel.
Al elegir todos estos componentes es importante asegurarse de que sean compatibles y que se mantengan estables desde la fabricación hasta su uso por parte del consumidor.
Con la fórmula definida, se elaboran lotes piloto para evaluar su calidad y el cumplimiento de las normativas.
Una vez aprobada la fórmula, se producen los primeros lotes que saldrán a la venta, pero se continúa evaluando su estabilidad durante, al menos, 3 años.
Todo esto es solo una pincelada de lo que implica formular y poner a la venta tu propio cosmético.
El proceso completo de cómo se elaboran los cosméticos, así como las bases de la dermocosmética y la legislación aplicable, puedes aprenderlo en nuestro máster en Cosmética y Dermofarmacia.
De hecho, el módulo 8 está íntegramente dedicado a esta cuestión.
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