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gestionar agendas en atención primaria

¿Cómo gestionar agendas en atención primaria?

Artículo redactado por el equipo de CEMP

Validado por equipo docente

Validado por equipo docente

En contextos de alta demanda asistencial, la gestión de agendas en atención primaria se convierte en un instrumento imprescindible para canalizarla de forma adecuada.

En este artículo veremos cómo se gestionan estas agendas sanitarias, no sin antes hacer hincapié en sus beneficios.

Importancia de la gestión de agendas en la atención primaria

La gestión que se realiza de las agendas de atención primaria tiene un impacto directo tanto en la salud de las personas como en el funcionamiento del sistema sanitario.

Cuánto mejor organizada esté una agenda médica, mayor es la optimización de los recursos y más ágil puede ser la respuesta. Así, esto conlleva una serie de beneficios

  • Aumenta la disponibilidad de citas a corto plazo.
  • Permite filtrar y priorizar la demanda para que los profesionales dediquen sus esfuerzos a los casos que realmente lo necesitan. 
  • Agiliza el diagnóstico, el tratamiento y la derivación a especialistas en caso de que fuera necesario. 
  • Reduce los tiempos muertos y evita la saturación de consultas. 
  • Libera tiempo para la atención clínica de cada paciente.
  • Evita hospitalizaciones por exceso de espera y empeoramiento del paciente. 

Por lo general, es el personal administrativo quien se encarga de programar las agendas médicas a diario, mientras que los gestores sanitarios (junto al director de hospital) definen las políticas generales de gestión y los protocolos de actuación en situaciones específicas.

Al final, si te interesa trabajar en gestión sanitaria, el manejo de agendas es un aspecto imprescindible.

Cómo organizar las citas médicas de un centro de atención primaria

Organizar las citas médicas en el contexto de la atención primaria requiere de una serie de aspectos clave a tener en cuenta.

El objetivo es conseguir la mayor eficiencia en la gestión sanitaria diaria y que esta se traduzca en ofrecer el mejor servicio posible a los pacientes.

Veamos las cuestiones más relevantes:

1. Disponer de un sistema de gestión 

Disponer de un sistema de gestión es la base para organizar las citas de forma eficiente y reducir la carga administrativa, pues gracias a ellos es posible automatizar muchos de los procesos. Por ejemplo: 

  • Envían avisos de recordatorios automáticos por SMS, e-mail o, incluso, WhatsApp para recordar la cita al paciente. 
  • Avisan a pacientes en lista de espera cuando una persona cancela una cita, para llenar todos los huecos posibles.
  • Permiten consultar la historia clínica del paciente completa, incluida la generada en otros centros de la red sanitaria.

Algunos también facilitan que sea el propio paciente el que pida sus citas. Gracias a los chabots de inteligencia artificial aplicada a la sanidad, este también puede resolver dudas básicas en cualquier momento.

2. Tener claros los posibles tipos de citas

Diferenciar y organizar los tipos de citas evita saturaciones y garantiza que cada paciente reciba la atención adecuada:

  • Cita previa o concertada: las reserva el propio usuario online, por teléfono o el centro, o bien las programa el profesional médico en consulta. Al planificarse con antelación, y siempre que se cuente con el sistema adecuado, son sencillas de administrar.
  • Atención domiciliaria: requiere reservar bloques específicos en la agenda y coordinarse con equipos móviles. Es importante prever el tiempo de desplazamiento y la posible variabilidad en la duración de la visita.
  • Citas espontáneas (a demanda): el paciente solicita la cita sin programación previa, normalmente para problemas agudos leves. Es recomendable limitar estas citas al 15-20% del total para no colapsar la agenda y reservar huecos para casos urgentes o programados.
  • Visita urgente o no demorable: se destinan franjas diarias específicas para atender problemas que no pueden esperar. Estas citas deben estar claramente diferenciadas de las rutinarias y gestionadas mediante protocolos de priorización.

Tener bien definidos estos tipos de citas ayuda a distribuir la carga asistencial y a responder mejor a las necesidades de la población.

3. Definir los tiempos para cada tipo de consulta

Asignar un tiempo adecuado a cada tipo de cita evita retrasos y, sobre todo, garantiza una atención de calidad. 

En función de la complejidad de la consulta, estos son los tiempos que suelen establecerse:

  • Revisiones básicas: entre 10 y 15 minutos. Suficiente para consultas sencillas, renovaciones de recetas o revisiones de salud infantil.
  • Consultas complejas: entre 20 y 30 minutos. Necesarias para enfermedades crónicas, pluripatologías o situaciones que requieren exploración y orientación clínica más extensa.
  • Atención domiciliaria: entre 30 y 45 minutos, incluyendo el desplazamiento. Es importante considerar la variabilidad según la distancia y la complejidad del paciente.

Estos tiempos suelen variar en función de lo que tenga estipulado cada comunidad autónoma.

4. Programar la agenda médica en bloques 

La programación en bloques, conocida como «agenda acordeón», consiste en dividir la jornada en franjas fijas para citas programadas y otras flexibles para imprevistos o urgencias: 

  • Bloques fijos: reservados para consultas programadas, permiten planificar la carga de trabajo y dedicar tiempo a los seguimientos.
  • Franjas flexibles: se destinan a urgencias, visitas espontáneas o tareas administrativas. Deben ser lo suficientemente amplias para absorber la variabilidad diaria.

5. Establecer criterios de priorización de pacientes

La priorización permite atender primero a quienes más lo necesitan. Para ello, se aplican criterios como los siguientes:

  • Gravedad y urgencia clínica: se prioriza a los pacientes cuyo estado de salud puede deteriorarse rápidamente o que presentan riesgo vital.
  • Rapidez de progresión de la enfermedad: se valora si la patología puede empeorar en poco tiempo.
  • Dolor y sufrimiento: el nivel de malestar que experimenta el paciente puede aumentar su prioridad, incluso si la situación no es urgente desde el punto de vista vital.
  • Factores personales y sociales: edad, situación laboral y familiar, dependencia de terceros… Por ejemplo, se puede priorizar a personas que cuidan de menores o dependientes, o a quienes su problema de salud afecta gravemente a su vida diaria.
  • Tiempo de espera acumulado: para evitar esperas excesivas y mejorar la percepción de equidad en el acceso.

Resultan imprescindibles tanto para el personal administrativo como para el de triaje, pues les ayuda a tomar decisiones objetivas de forma más rápida y a evitar retrasos injustificados.

6. Implementar un protocolo de gestión de las urgencias

Las urgencias requieren protocolos específicos para evitar el colapso del centro. Los más utilizados son tres, y forman parte del modelo PUPA (Priorización de Urgencias en Primaria Asistencial):

  • Triaje inicial por enfermería: estos profesionales valoran la gravedad y deciden si el paciente debe ser atendido de inmediato o puede esperar.
  • Derivación a médico de guardia: si existe riesgo vital o necesidad de intervención urgente.
  • Consultas exprés: para casos leves o dudas rápidas que no requieren exploración extensa.

A los usuarios que se quedan se les aplica el sistema de priorización por colores. 

Consiste en asignar a cada paciente un color según la gravedad y el tiempo máximo recomendado para su atención, que oscilará entre los 10 y los 240 minutos.

Otra opción es asignar una puntuación según los criterios que se cumplan.

7. Hacer una gestión específica de las listas de espera

Por último, las listas de espera deben revisarse de manera regular para no perder citas y optimizar los recursos disponibles.

Algunas de las estrategias recomendadas son las siguientes:

  • Revisión periódica: analizar semanalmente las listas de espera prolongadas (superiores a 30 días) para identificar cuellos de botella y buscar soluciones, como redistribuir la carga entre profesionales.
  • Derivación a centros con menor carga: para ayudar a acortar los tiempos de espera y a equilibrar el trabajo.
  • Incrementar la oferta asistencial: aumentar la capacidad de atención mediante ampliación de horarios y el refuerzo de plantillas. 
  • Racionalizar la demanda: reducir consultas innecesarias y fomentar el uso adecuado de los servicios mediante la educación sanitaria de la población.
  • Desarrollar un Plan Integral de Listas de Espera: un plan adaptado a cada centro y comunidad autónoma que contemple medidas estructurales (como la reorganización de procesos) y coyunturales (como planes de choque ante picos de demanda).

En definitiva, para gestionar agendas en atención primaria se deben disponer de unos protocolos fijos de actuación, pero también de una gran capacidad de adaptación a las demandas de la población.

De ahí la necesidad de profesionales sanitarios expertos en gestionar, optimizar y renovar los procesos sanitarios: los gestores sanitarios.

El Máster en Gestión Sanitaria y Hospitalaria de CEMP es, precisamente, una formación práctica que pone el foco en la innovación.

Su temario capacita para gestionar unidades clínicas o instituciones sanitarias, pero también da a conocer las nuevas herramientas y tecnologías que hacen posible una gestión más eficiente de la sanidad.

En definitiva, se trata de una formación que permite destacar en una profesión clave para el futuro del sistema sanitario público, y que es cada vez más necesaria para la adecuada gestión de agendas en atención primaria.

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