Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
¿Toxina botulínica o ácido hialurónico? Esta es la pregunta que los expertos médicos-estéticos deben responden a diario, porque ambas tratan las arrugas del rostro, pero, muchas veces, el paciente desconoce la diferencia.
En efecto, ambas sustancias tienen un mecanismo de actuación distinto y, por ende, sus efectos en la piel también varían en tiempo y forma.
En este artículo analizaremos a fondo dichas diferencias, refiriéndonos también a cuestiones como la duración y el precio de los tratamientos.
A menudo se confunde la toxina botulínica con el ácido hialurónico porque producen un efecto visual bastante similar. Sin embargo, la realidad es que son sustancias distintas que también actúan de forma muy diferente.
Lo vemos en detalle a continuación.
La toxina botulínica, comúnmente conocida como Bótox, es una neurotoxina producida por la bacteria Clostridium botulinum. Es una sustancia externa al organismo humano que se utiliza en pequeñas dosis con fines terapéuticos y estéticos.
En el ámbito médico, se emplea para tratar diversas condiciones neurológicas, como distonía cervical, blefaroespasmos y migraña crónica, además de su uso en estética para reducir arrugas de expresión.
El ácido hialurónico, por otro lado, es una sustancia natural presente en nuestro cuerpo. En estética, se utiliza una versión sintética biocompatible para aplicar los conocidos rellenos dérmicos o fillers.
Básicamente, consisten en inyectar el ácido en diferentes capas de la piel para corregir arrugas, restaurar volumen y mejorar los contornos faciales.
La toxina botulínica actúa bloqueando los neurotransmisores responsables de la contracción muscular. Al inyectarse en músculos específicos, impide que estos se contraigan y se formen las temidas arrugas dinámicas.
Estas arrugas suelen aparecer alrededor de los 25 años y se hacen más evidentes al realizar expresiones como sonreír, fruncir el ceño o entrecerrar los ojos.
Se localizan principalmente en la frente, el entrecejo, alrededor de los ojos y en las comisuras de la boca.
El ácido hialurónico, en cambio, da volumen a la piel desde el interior para que, por fuera, las arrugas queden rellenadas y no sean visibles. Por tanto, se inyecta directamente en ellas.
El tipo de arrugas en las que se aplica con las estáticas, que son aquellas que permanecen visibles incluso cuando el rostro está en reposo.
El efecto más visible de la toxina botulínica es la apariencia lisa y juvenil en áreas como la frente, el entrecejo y las patas de gallo.
Como esto se produce a raíz de limitar la capacidad de contracción de los músculos tratados, en algunos casos puede haber una ligera dificultad para expresar ciertas emociones faciales.
Aun así, en la mayoría de casos, el paciente aún puede expresarse con naturalidad, aunque de forma menos intensa.
El ácido hialurónico, por su parte, rellena las arrugas estáticas y restaura el volumen perdido. Además, mejora la hidratación de la piel, que tiene un aspecto más fresco y luminoso.
En este caso, el tipo de acción es mecánico, porque se inyecta bajo una arruga o depresión y esto eleva la piel sobre ella, así que no dificulta la movilidad muscular facial.
Además, se ha demostrado que el ácido hialurónico tiene un efecto indirecto al activar los fibroblastos dérmicos tras su depósito en la dermis y que esto ayuda a mejorar la calidad y elasticidad de la piel a largo plazo.
Por lo tanto, se trataría de una sustancia menos invasiva, aunque solo efectiva para tratar arrugas estáticas y pérdida de volumen facial.
Lo ideal es complementar ambos tratamientos estéticos de rejuvenecimiento facial para lograr mejores resultados.
Como ya hemos adelantado, cada sustancia es más adecuada para un tipo de arrugas concreto.
Así, la toxina botulínica se utiliza principalmente para tratar las arrugas dinámicas en el tercio superior del rostro: frente, entrecejo y contorno de ojos.
Hay que aclarar que el objetivo del tratamiento con toxina botulínica no es eliminar por completo la expresión del rostro, sino lograr una cierta armonización facial de los distintos elementos del rostro.
Por su parte, el ácido hialurónico se aplica más comúnmente en el tercio medio e inferior del rostro, que es donde aparecen la mayor parte de las arrugas estáticas (pues se deben a la pérdida natural de volumen del tejido, colágeno y elasticidad, no tanto a la repetición de movimientos faciales).
Así, se usa para rellenar surcos nasogenianos, líneas de marioneta, arrugas peribucales y para aumentar el volumen de los labios. También se aplica en mejillas y pómulos, así como en el mentón.
Por lo general, el efecto de la toxina botulínica suele durar entre 3 y 6 meses, aunque la duración puede variar dependiendo de factores como la dosis aplicada, el área tratada y el metabolismo individual del paciente.
El ácido hialurónico tiende a tener una duración más prolongada, entre 8 y 12 meses, aunque existen formulaciones de ácido hialurónico avanzadas que pueden extenderse hasta 18 meses o más.
El precio de cada tratamiento varía según la ubicación geográfica, la experiencia del profesional y la cantidad de producto utilizado.
Pero, a grandes rasgos, el coste de la toxina botulínica oscila entre 265 € y 2.120 €, en función de la marca y la dosis requerida.
En cuanto al ácido hialurónico, los precios van desde los 100 € a los 1.090 €, según el área a tratar y la cantidad de producto necesario.
En cualquier caso, lo mejor es consultar con un profesional cualificado para obtener un presupuesto personalizado.
La realidad es que no existe una respuesta única a esta pregunta, ya que la elección entre toxina botulínica y ácido hialurónico depende de las necesidades específicas de cada paciente y de los resultados deseados.
En general, la toxina botulínica es más efectiva para prevenir la formación de nuevas líneas de expresión, y el ácido hialurónico funciona mejor para rellenar y aumentar la hidratación.
Los usos más populares e, incluso, recomendados por profesionales son los siguientes:
De todas formas, es obligado consultar con un profesional médico-estético para determinar qué tratamiento o combinación de tratamientos full face es más adecuado para cada caso individual.
Para ello, analizará el estado fisiológico de la piel y valorará la adecuación de una u otra sustancia para los objetivos del paciente, algo que los alumnos y alumnas del Máster en Cosmética y Dermofarmacia aprenden en módulos como los siguientes:
• Módulo 3. Análisis y diagnóstico de la piel.
• Módulo 9. Asesoramiento dermocosmético.
En definitiva, es de vital importancia conocer a fondo las diferencias entre toxina botulínica y ácido hialurónico. Solo así se puede realizar un tratamiento óptimo, adecuado a las necesidades y objetivos de cada paciente.
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