Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
La piel durante el tratamiento oncológico experimenta diversos cambios y efectos secundarios que pueden alterar la calidad de vida del paciente.
Conocerlos es la base para poder adaptar la rutina de cuidado de la piel, que se vuelve más delicada y exigente.
Si además se incorporan una algunos hábitos de estilo de vida diarios, podemos ayudar a que esos síntomas no aparezcan o sean mucho más leves.
Sigue leyendo para conocer todos los detalles.
La piel de los pacientes oncológicos cambia muy visiblemente al empezar un tratamiento contra el cáncer (ya sea la quimioterapia, la radioterapia o la inmunoterapia).
Y es que se transforma en una piel más sensible, seca y propensa a irritaciones. Algunos pacientes pueden, incluso, desarrollan diversas enfermedades de la piel, como por ejemplo las siguientes:
Todas estas afecciones tienen un común denominador: que la barrera cutánea se debilita y, en consecuencia, aumenta el riesgo de padecer infecciones.
Aunque estos efectos secundarios varían según el tipo de tratamiento y la respuesta individual de cada paciente, pueden minimizarse siguiendo una rutina de cuidado de la piel específica.
Es más, el cuidado de la piel debería comenzar antes del tratamiento oncológico para prevenir todos estos síntomas.
Efectivamente, lo primero y más importante va a ser fortalecer la piel para que se debilite lo menos posible al iniciar la terapia oncológica.
Antes de nada, se debe realizar una evaluación dermatológica completa para identificar y tratar cualquier afección de la piel preexistente.
El siguiente paso es empezar a prepararla por dentro. ¿Cómo? Incluyendo alimentos ricos en antioxidantes, flavonoides, ácidos grasos y vitaminas que, además, potencian el sistema inmunológico.
Hablamos de la fruta, las verduras de hoja verde, los frutos secos y las semillas, las legumbres, los pescados grasos como el salmón y las sardinas, y del aceite de oliva virgen extra.
En paralelo, hay algunos hábitos que pueden empezar a adquirirse desde este mismo momento y que serán muy útiles también al empezar con el tratamiento oncológico:
Por último, es muy recomendable empezar a practicar técnicas de relajación y manejo del estrés (el estado de la piel refleja el de las emociones).
La limpieza de la piel durante el tratamiento oncológico requiere especial atención, porque algunos productos pueden resultar muy agresivos y empeorar los síntomas de la barrera cutánea debilitada.
Los limpiadores suaves, con pH neutro o ligeramente ácido (5,5) son los más adecuados durante esta etapa, pero aún mejor son los geles de ducha oleosos o syndet.
Este tipo de productos no incluyen ningún tipo de surfactante para hacer espuma y limpian sin alterar el manto ácido de la piel.
Si contienen ingredientes calmantes como aloe vera, avena coloidal o camomila, mucho mejor.
Para el rostro, los aceites de limpieza o las aguas micelares sin aclarado son la mejor opción para pieles muy sensibles, porque limpian e hidratan a la vez.
El agua muy caliente puede resecar aún más la piel y aumentar la sensibilidad, así que mientras dure el tratamiento contra el cáncer es mejor ducharse con agua tibia.
La duración de las duchas o baños también debe limitarse a no más de 5-10 minutos para prevenir la deshidratación cutánea.
Durante el lavado se ha de prestar especial atención a áreas propensas a irritación como pliegues cutáneos, axilas e ingles, pero sin frotar excesivamente (de hecho, debe evitarse a toda costa utilizar esponjas o cepillos).
Como el sistema inmunológico se debilita durante el tratamiento oncológico, hay que ser muy escrupuloso con la higiene diaria y la desinfección de heridas para evitar que entren bacterias y patógenos al organismo.
Basta con interiorizar estos 4 hábitos:
Y, por supuesto, limpiar las superficies de alto contacto del hogar, como manillas de puertas, interruptores de luz y dispositivos electrónicos (no olvidar la pantalla del teléfono móvil).
La hidratación, tanto del cuerpo como de la cara, es fundamental durante el tratamiento oncológico.
Ayuda a mantener la barrera cutánea, reduce la sequedad y la irritación, y puede aliviar algunos efectos secundarios de los tratamientos.
Pero es importante buscar productos formulados para pieles sensibles o dañadas que contengan algunos de estos ingredientes:
Se han de evitar productos con fragancias y alcohol que, en contacto con heridas o piel muy reseca, pueden escocer.
Si es necesario, puede hidratarse la piel varias veces al día, especialmente después de lavarse las manos o ducharse.
Si se pueden aplicar los productos hidratantes inmediatamente después del baño o la ducha, cuando la piel aún está húmeda, mejor. Esto ayuda a sellar la humedad en la piel.
Durante el tratamiento para el cáncer, muchos pacientes experimentan una mayor sensibilidad a la radiación solar.
Esta hipersensibilidad puede provocar quemaduras graves, erupciones cutáneas y empeorar los efectos secundarios de los tratamientos en la piel, así que es imprescindible protegerla con crema y ropa con protección solar.
El protector solar que se utilice debe ser de amplio espectro con SPF 50+ y aplicarse diariamente, sin excepciones (también en días nublados o en interiores, ya que los rayos UVA pueden penetrar a través de las ventanas).
Lo ideal es aplicarlo de nuevo cada 2 horas, sobre todo estando al aire libre o si se suda mucho. También después de bañarse en la playa o en la piscina, en verano.
A ser posible, las fórmulas deben ser hipoalergénicas y sin fragancia para minimizar el riesgo de irritación.
En este sentido, son cada vez más comunes los protectores solares con ingredientes minerales, que son menos propensos a causar reacciones en pieles sensibles.
En complemento, es muy recomendable utilizar ropa con factor de protección UV de 50+, así como sombreros de ala ancha y gafas de sol.
La quimioterapia puede hacer que la piel sea más propensa a irritaciones, cortes y abrasiones, así que la depilación está contraindicada.
En casos excepcionales y solo bajo supervisión médica, se pueden considerar cremas depilatorias específicas para piel sensible. Algunas personas toleran el uso de maquinillas eléctricas sin contacto directo con la piel, pero son una minoría.
La cera, tanto fría como caliente, está totalmente prohibida. Puede causar quemaduras, irritación severa y aumentar el riesgo de infección.
Además, se recomienda esperar al menos 6 meses después de completar el tratamiento para volver a la depilación.
Como ves, la piel del paciente oncológico presenta unas necesidades muy específicas, por lo que la especialización se vuelve necesaria.
En este sentido, el Curso en Estética reparadora oncológica de CEMP precisamente da respuesta a esa necesidad formativa.
Además, incluye prácticas en empresas, para que vayas más allá de la teoría, y te garantiza una doble titulación acreditada por la UCAM (Universidad Católica de Murcia).
En cualquier caso, ahora que ya conoces los aspectos básicos del cuidado de la piel en un tratamiento oncológico, puedes empezar a redirigir tu carrera hacia este ámbito, tan apasionante como exigente.
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