Artículo redactado por el equipo de CEMP
Validado por equipo docente
El diagnóstico facial es una herramienta cada vez más importante en los ámbitos de la dermatología, la dermofarmacia y la estética para evaluar afecciones cutáneas y adaptar los tratamientos.
Por supuesto, también es muy relevante para ayudar a las personas a ser conscientes de las características de su piel para cuidarla con los productos adecuados y preservar su salud, aunque no presenten ninguna patología.
Por tanto, si te dedicas o quieres dedicarte al cuidado de la piel, tienes que saber qué es y cómo hacer un diagnóstico facial.
En este artículo encontrarás todas las respuestas.
El diagnóstico facial es una evaluación exhaustiva de la piel del rostro que permite sus características específicas, necesidades y posibles problemas de la dermis.
El objetivo principal es conocer el estado actual de la piel y detectar potenciales problemas antes de que se agraven, para así poder diseñar un tratamiento completamente personalizado.
En esencia, consiste en una exploración visual y táctil de los aspectos cutáneos más relevantes, como son los niveles de hidratación y de sebo, la presencia de arrugas y otras alternaciones cutáneas, entre otras cuestiones.
Además, el profesional puede utilizar aparatología especializada para ahondar en algún aspecto concreto, evaluar los primeros signos de envejecimiento e incluso algunas patologías específicas.
Gracias a toda esta información, se pautan los productos que mejor se adapten a las necesidades de cada persona, a menudo combinados con sesiones en cabina estética que pueden acelerar los resultados.
Para el cliente o clienta supone poder mejorar de forma rápida el estado de la piel del rostro y, muy importante, optimizar la inversión en productos y tratamientos.
El diagnóstico de rostro se realiza en una serie de pasos y fases de análisis, durante los cuales también se van documentando los resultados:
El primer paso en un diagnóstico facial profesional es la creación de la ficha personal del cliente.
Además de recoger los datos personales (nombre, edad, género y hábitos), en este documento se llevará un registro detallado del estado de la piel del cliente o de la clienta, los tratamientos iniciados y la evolución que se va observando conforme avanzan.
Es imprescindible anotar, por ejemplo:
Y, por supuesto, las características de la piel observadas durante su análisis y diagnóstico, tal y como veremos en el siguiente apartado.
El examen visual y táctil lo realiza un cosmetólogo o un profesional de dermofarmacia para poder evaluar los siguientes aspectos de la piel de la persona:
Ante la sospecha de alguna enfermedad cutánea, o para analizar alguno de estos aspectos en profundidad, puede utilizarse aparatología con capacidad de visión de las capas más profundas de la piel.
Efectivamente, existen tecnologías avanzadas que ayudan a obtener una visión más completa del estado de la piel, ya que proporcionan información que no es visible a simple vista.
Por ejemplo, las tecnologías de luz UV pueden mostrar el daño causado por el sol en las capas más profundas de la piel, antes de que sea visible en la superficie.
Ciertos equipos pueden medir con precisión los niveles de pH y de hidratación en las diferentes capas de la piel, así como cuantificar la producción de sebo en diferentes áreas del rostro.
También es posible medir la profundidad exacta de las arrugas, y detectar aquellas que están comenzando a formarse. Lo mismo con las manchas, capilares dilatados y áreas de pigmentación irregular que aún no son visibles en la superficie de la piel.
Además, la ventaja del análisis de piel con aparatología es que permite diagnosticar con certeza condiciones como el acné (algunos equipos pueden detectar la presencia y concentración de bacterias en la piel), tratarlas y evitar que el rostro quede marcado para siempre.
Los aparatos más comúnmente utilizados son los analizadores de piel, las cámaras de diagnóstico facial de alta resolución y los equipos de luz polarizada
Basándose en los hallazgos del diagnóstico facial, el profesional de la cosmética y/o de la dermofarmacia diseña un plan de tratamiento personalizado.
Este plan debe abordar las necesidades específicas de la piel del cliente y, por ello, incluye:
El objetivo es crear un enfoque integral que no solo aborde los problemas actuales, sino que también prevenga futuros inconvenientes y promueva una piel saludable a largo plazo.
Al igual que la piel requiere de un tratamiento desde varios frentes, los profesionales que quieran especializarse en el diagnóstico facial deben conocer las bases del cuidado de la piel.
Para ello, es imprescindible profundizar en la cosmética y la dermofarmacia, tal y como se hace en el Máster en Cosmética y Dermofarmacia de CEMP.
Se trata de un máster que proporciona las herramientas y conocimientos necesarios para comprender en profundidad la piel, la formulación y aplicación de productos cosméticos y la realización de diagnósticos faciales profesionales de alta calidad.
Así, el programa incluye módulos como los siguientes:
En definitiva, se trata de una formación especializada que puede abrirte nuevas oportunidades en el campo del diagnóstico facial y darte acceso a un sector, el de la cosmética y la estética avanzada, que está en constante evolución y con demanda creciente.
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