Artículo redactado por el equipo de CEMP
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La toxina botulínica, más conocida como bótox, es el tratamiento estético de moda desde hace ya bastantes años.
El motivo es que está muy extendida la creencia de que rellena las arrugas y provee de una apariencia juvenil instantánea.
Pero, ¿qué hay de cierto en esto?
En este artículo vamos a profundizar en el funcionamiento real de la toxina botulínica y en sus aplicaciones más frecuentes.
Además, conocerás su alternativa más usada, los rellenos dérmicos o fillers.
La toxina botulínica es un agente neurotóxico producido por la bacteria Clostridium botulinum. No obstante, en el ámbito médico y estético, se utiliza una versión purificada y en dosis controladas.
Esta sustancia es comúnmente conocida como bótox, que es en realidad el nombre de una de las marcas que la comercializan.
En tratamientos estéticos de rejuvenecimiento facial, la toxina botulínica se utiliza para reducir la apariencia de las arrugas dinámicas, aquellas causadas por movimientos faciales repetitivos como fruncir el ceño o sonreír.
Su uso más frecuente se da en el tercio superior del rostro:
No se aplica en el tercio medio e inferior del rostro, como alrededor de la boca o en las mejillas, debido a que pueden aparecer asimetrías faciales o dificultades para hablar o comer. De ahí que, legalmente, su uso no esté aprobado para estas zonas.
En esencia, la toxina botulínica actúa sobre el neurotransmisor esencial responsable de los movimientos faciales que causan la formación de arrugas.
En concreto, bloquea la liberación de acetilcolina, de forma que se inhibe la señal que provoca la contracción muscular.
En otras palabras, se paralizan de forma temporal los músculos de alrededor de la zona donde se inyecta la toxina (fenómeno conocido como parálisis fláccida localizada).
Esto significa, en efecto, que la toxina botulínica o bótox no añade volumen ni rellena la piel. En su lugar, relaja los músculos subyacentes y esto es lo que consigue suavizar las arrugas dinámicas y las líneas de expresión.
Por supuesto, esto se produce sin causar daños permanentes en las estructuras nerviosas. El efecto es temporal y reversible (dura de 3 a 6 meses).
Una vez aclarado lo que es la toxina botulínica o el bótox y desmentido el mito de que rellena las arrugas o cualquier imperfección de la piel, conviene conocer las sustancias que sí tienen esta función: los rellenos dérmicos.
Así, los rellenos dérmicos son sustancias inyectables diseñadas para restaurar volumen, suavizar arrugas y mejorar los contornos faciales.
Existen varios tipos, siendo los más comunes el ácido hialurónico, el colágeno y la hidroxiapatita de calcio.
Su mecanismo de acción, en este caso, sí consiste en proporcionar volumen físico bajo la piel para elevarla, lo que se traduce en un relleno.
Esto se entiende muy bien en el caso específico del ácido hialurónico, el tratamiento estrella de la mesoterapia.
Cuando se inyecta bajo la piel, cada molécula de ácido hialurónico puede atraer y retener hasta 1.000 veces su peso en agua.
Este proceso se conoce como hidratación y es responsable del efecto de volumen inmediato que se observa tras la inyección.
Por tanto, la principal diferencia entre ambas sustancias es que la toxina botulínica relaja los músculos y reduce las arrugas dinámicas, mientras que los rellenos dérmicos añaden volumen bajo la piel (el principal objetivo de la biorivolumetría).
Debido a su acción, los rellenos dérmicos son ideales para tratar las arrugas estáticas, que son aquellas que son visibles incluso cuando el rostro está en reposo.
La combinación de toxina botulínica y rellenos dérmicos puede proporcionar resultados más naturales a la hora de abordar diferentes aspectos del envejecimiento facial.
En concreto, posibilita el tratamiento de diferentes tipos de arrugas en una sola sesión, en lo que se conoce como tratamiento full face.
La toxina botulínica es la técnica más apropiada para suavizar arrugas dinámicas en el tercio superior del rostro, pero, además, sirve para:
Además, está en fase de investigación su uso para mejorar algunos problemas de piel, como los surcos de acné profundos.
En este caso, se está comprobando cómo el bótox puede reducir la tensión sobre las cicatrices de acné y acelerar su curación, además de mejorar su textura y reducir la visibilidad de las marcas.
Por su parte, los rellenos dérmicos pueden ayudar a:
Es fundamental que estos tratamientos sean realizados por profesionales cualificados que puedan determinar la combinación adecuada para cada paciente.
Para ello, es necesario determinar el estado fisiológico de la piel y valorar la adecuación del tratamiento, algo que los alumnos del Máster en Cosmética y Dermofarmacia, aprender en módulos como los siguientes:
En definitiva, aunque la toxina botulínica no sea un material de relleno, tiene múltiples aplicaciones en dermocosmética que siguen siendo ampliamente utilizadas a día de hoy.
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