cemp-horizontal-ok

¿Qué son los neuromoduladores y qué mitos hay en torno a ellos?

Artículo redactado por el equipo de CEMP

Validado por equipo docente

Validado por equipo docente

Los neuromoduladores forman parte de la práctica común de los profesionales de la medicina estética.

A pesar de ello, existe todavía cierta reticencia hacia su utilización. El principal motivo es la desinformación alrededor de estas sustancias, que ha llevado a la circulación de varios mitos.

Por tanto, en este artículo, profundizaremos en una explicación detallada de la definición y funcionamiento de los tratamientos con neuromoduladores faciales.

Tanto si quieres ampliar conocimientos, como si deseas avanzar en tu carrera dentro de la medicina estética, sigue leyendo.

¿Qué son los neuromoduladores y para qué sirven?

Los neuromoduladores son sustancias que relajan temporalmente los músculos en la zona en la que se aplican.

Funcionan bloqueando la liberación de la acetilcolina, un neurotransmisor que permite la contracción muscular. Al impedir que el músculo reciba la orden de contraerse, logran que la zona tratada se relaje y la piel muestre un aspecto más liso.

Por este motivo, es un tratamiento de rejuvenecimiento facial muy habitual en el ámbito de la medicina estética para suavizar arrugas y líneas de expresión.

Sin embargo, su uso no se limita a estos tratamientos, siendo una solución efectiva para:

  • Paliar espasmos musculares.
  • Reducir la sudoración excesiva (hiperhidrosis).
  • Disminuir la frecuencia de migrañas crónicas en pacientes seleccionados.

El ejemplo más conocido de neuromodulador es la toxina botulínica, empleada mundialmente bajo distintas marcas para reducción de arrugas faciales. Con respecto a ella, existe una confusión común que es preciso aclarar:

Neuromoduladores vs. bótox: ¿son lo mismo?

Efectivamente, una de las creencias más comunes es que los neuromuladores y el bótox, o la toxina botulínica, son métodos distintos de tratamientos full face.

La realidad es que el término «neuromodulador» hace referencia a cualquier sustancia que regule la transmisión de señales nerviosas, incluida la toxina botulínica.

«Bótox» es simplemente una marca comercial de toxina botulínica tipo A (un tipo específico de neuromodulador), de las varias que existen en el mercado. Todas utilizan el mismo mecanismo para lograr el efecto de relleno y atenuación de arrugas.

Una vez aclarada esta cuestión, veamos dónde y cómo se aplican los neuromoduladores faciales, la zona del cuerpo donde más se utilizan.

Aplicación en estética: ¿dónde se usan los neuromoduladores faciales?

En medicina estética facial, los neuromoduladores se aplican sobre todo para tratar las arrugas dinámicas, que son aquellas que aparecen con la gesticulación o el movimiento muscular.

Así, las áreas más habituales del rostro para la inyección de estas sustancias son:

  • Frente: para suavizar las líneas horizontales que aparecen al elevar las cejas.
  • Entrecejo (glabela): se trata de las arrugas verticales entre las cejas, habituales cuando se frunce el ceño.
  • Zona periocular (patas de gallo): líneas finas que surgen al sonreír o entrecerrar los ojos.

Otros lugares de aplicación, aunque menos comunes, son el cuello, la línea mandibular o el músculo depresor del ángulo de la boca para mejorar la apariencia de la sonrisa.

¿Cómo se aplican los neuromoduladores? Procedimiento médico-estético común

El procedimiento de aplicación de los neuromoduladores se realiza en una consulta médica y rara vez requiere anestesia, aunque puede aplicarse frío local para evitar molestias.

Consiste en inyectar pequeñas dosis del neuromodulador con una aguja muy fina, directamente sobre los músculos de la cara a tratar. El proceso dura alrededor de 20-30 minutos.

La reincorporación a la rutina habitual es inmediata, aunque se recomienda seguir ciertas precauciones, como:

  • No tumbarse sobre el área tratada.
  • Evitar el ejercicio intenso.
  • Evitar frotar la zona.
  • No tomar el sol.

Los resultados empiezan a apreciarse en 3-4 días, con una duración media de 4 a 6 meses, tras los cuales se puede realizar un nuevo tratamiento.

Mitos comunes alrededor de los neuromoduladores en estética

Quizás por ser relativamente desconocidos, en torno a los neuromoduladores han surgido numerosos mitos, que aquí queremos desmentir:

Mito 1: el «efecto congelado» facial es inevitable

Existe la creencia de que estos tratamientos dejan el rostro rígido, sin expresión natural.

En realidad, un profesional experimentado sabe ajustar la dosis y la localización del neuromodulador para relajar solo los músculos responsables de las arrugas, manteniendo la movilidad y la capacidad de expresión del paciente.

El objetivo es armonizar el rostro, no anular la comunicación gestual, lo que se consigue con una técnica adecuada.

Mito 2: los neuromoduladores son peligrosos o tóxicos

Algunas personas temen utilizar neuromoduladores por una supuesta toxicidad. Sin embargo, su uso en dosis controladas y por manos expertas es seguro y eficaz.

El médico José M. Campos no duda, por ejemplo, de la seguridad del bótox: «El tratamiento con toxina botulínica (BoNT) es uno de los procedimientos estéticos no invasivos que se realizan con mayor frecuencia en la actualidad. Se ha demostrado que es seguro, eficaz y predecible.»

Las complicaciones graves son muy poco frecuentes y los posibles efectos secundarios leves, como pequeños hematomas o inflamación, son temporales.

Mito 3: solo se utilizan en mujeres

Otro mito habitual es pensar que estos tratamientos están destinados exclusivamente al público femenino.

Lo cierto es que cada vez más hombres recurren a los neuromoduladores buscando un aspecto más descansado y juvenil.

La indicación no depende del género, sino de las necesidades y expectativas de cada persona.

Mito 4: el efecto dura para siempre o provoca adicción

El resultado del tratamiento no es permanente. La acción del neuromodulador se desvanece a los 4-6 meses (según la Academia Española de Dermatología y Venereología), y en ese momento la función muscular vuelve a su estado previo.

No existe evidencia de que se genere adicción fisiológica ni dependencia, sino que el paciente puede decidir si repetir o no el tratamiento.

Mito 5: los resultados son inmediatos

Al contrario de lo que piensan algunas personas, los efectos del neuromodulador no se aprecian de forma instantánea tras la inyección.

Se necesita un periodo de entre 3 y 7 días para que el músculo responda y la piel muestre la mejoría, siendo a veces necesario esperar hasta una semana para ver el resultado completo.

En definitiva, muchas de estas leyendas no se corresponden con la realidad cuando el tratamiento con neuromoduladores se deja en manos de un profesional cualificado, requisito imprescindible para evitar complicaciones

En este sentido, las formaciones superiores específicas, como el Máster en Medicina Estética de CEMP, dotan a los profesionales de conocimientos valiosísimos para ejercer en este campo.

Sin duda, la aplicación de neuromoduladores es un área de la medicina estética de alta demanda y con gran proyección profesional.

¿Quieres saber más acerca de alguno de nuestros Másteres?

Rellena este formulario y uno de nuestros asesores se pondrá en contacto contigo.

¡Quiero información!
Relacionados

Las noticias más relevantes para que no pierdas ningún detalle importante de este viaje.

WhatsApp